viernes, 21 de marzo de 2008

Reptando por los doce compases


por Yussel Dardón

En su libro El crepúsculo del pensamiento, Cioran señala que si tuviéramos alma, la música la habría creado; es quizá esta idea la que concentra la esencia musical del hombre y la mujer. Las notas, en tanto su vaivén en el viento, edifican el ánima, juegan con las partículas de oxígeno inundándolas de melodía. Si ponemos atención podremos escuchar la música saliendo de nuestro respirar, del alma que busca disgregarse para así formar el más hermoso de los ensambles.
Siguiendo con el tono de Cioran, creo que uno de los estilos musicales que reflejan y construyen a tonadas el alma, es el blues; música de algodón, de dolor, de sudor, alcohol y mujeres, melodías todas que acompasan la vida y que irremediablemente generan pequeñas explosiones dentro de los oídos y que terminan de detonar en la caja toraxica. ¿Existe quién dude de esto tras escuchar a B. B. King, Willie Dixon, Pink Anderson o Floyd Council?
Así pues, el blues es música del alma y para el alma y, como diría Martín Lucero, En la tierra nada se presta tanto para alegrar al melancólico, para entristecer al alegre, para infundir coraje a los que desesperan, para enorgullecer al humilede y debilitar la envivida y el odio como la música y en este caso el blues.
La Serpiente Elástica, una banda blusera conformada por ahora cinco elementos, lanzan su segundo álbum, La serpiente negra, una metáfora del ferrocarril, una metáfora del traslado, del cambio, de las jornadas extenuantes a bordo del bólido metálico. David Pedraza, Martín Pérez y Roberto Prieto, base de la agrupación, muestran con este disco que para llegar al trasfondo del blues es necesario volver a las calles, a las historias comunes y a los proto-sonidos urbanos, como el del lavadero, el teléfono, las cucharas y el tamborileo constante de los dedos. Cada canción que compone el disco es prueba de ello, del buscar continuo del blues en la vida, como dirían ellos en Caminando, caminando: “muchas cosas me encuentro, las baño con la luna y en este blues las meto”.
Desde el primer disco de La serpiente, Resistiendo, se intuye la poética urbana de sus letras y de su visión de la música, sin embargo siento que es con este nuevo material que el grupo depura sus intenciones, va madurando la búsqueda del sonido primordial y de la voz instintiva del blues. Aquí hay dolor, alegría, celebración, sexo, soledad, rebelión, libertad y transformación.
La serpiente negra es un disco auténtico de blues, donde se busca el ensamble justo para que la melodía permanezca sin alteraciones; así, el apoyo en los coros de Margarita Velásquez da frescura a la excelente canción biográfica B. B. King (Riley Boy). La armónica fundamental en las canciones del grupo vitaliza la armonía, como en el track que le da titulo al disco, donde encontramos un manejo lúdico de la armónica mostrando el sonido original de la escena ferroviaria o en la adaptación de Jaime López, donde la armónica lleva el ritmo. El vagablues, una composición urbana, destaca en su estructura pues pasa del blues al jazz fusionándose en un ritmo bien llevado por la batería y por la voz de David Pedraza. En Niña Serpiente se muestra la madurez del grupo, pues la música se intensifica de poco en poco por cada uno de los elementos de la banda, distinguiendo la intensidad del blues. Así encontramos instrumentos adaptados, el excelente requinto de Roberto Prieto, la armónica de Martín Pérez, el bajo y la batería que construyen, desde mi perspectiva, la mejor canción del disco.
Si hay algo que identifica la música de La serpiente negra es el movimiento, un andar de experiencias y música que llegan al “destino libertad”, como bien dice la letra de una de sus canciones.
La Serpiente Elástica es un grupo auténtico, alejado del mainstream y de las modas musicales, que no buscan hacer música comercial, que se definen como creadores, como músicos que viven el blues y que aún les emociona la vitalidad del género, músicos que entienden a Verlaine cuando dice "La música antes que nada".

*Texto leído durante la presentación del disco La serpiente negra. Febrero de 2008
*fotografía de Mauricio Mendoza. Marzo de 2007

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